16 noviembre 2016

Inercia.

A veces, mi ojo vago
se propone liderar el día
y sin demasiado esfuerzo
va ganando adeptos.
Se unen a su doctrina
mis pies vagos,
le siguen mis brazos vagos,
y termina sucumbiendo
mi cerebro vago.
Mis corazón vago decide también
adherirse a la ley del mínimo esfuerzo.
Incluso mi gato vago
se acopla a esta
jornada de letargo
y se duerme sobre mi tórax,
dejando a mis pulmones
sin ninguna posibilidad
de rebelión.



No hay comentarios:

Publicar un comentario