20 abril 2011

Conclusión

Nada me hace tan feliz
como haberme librado de ti.

Agradezco que no hayas tenido
capacidad de quererme;
que tus besos hayan sido
simples simulacros de amor;
que tus ojos no hayan visto
más que momentos ardientes
en aquel incendio nuestro
que mi vida consumió.

Celebro no haber cedido
ante tu juego insufrible
ni haberme dejado arrastrar
hasta el fin de tu locura;
que la trampa de tus brazos
no me haya arrebatado
más que unas cuantas veces
de mi sabia compostura.

Me alegra incansablemente
que tu risa fuera falsa,
y que tus manos me hayan
acariciado, sin más;
que esas noches con tus labios
y tu aliento junto al mío
no hayan sido suficiente
para llenar tu ilusión.

Eternamente, agradezco
que ya no estés en mi vida
envenenando mi cuerpo
con despiadadas mentiras;
que tus gritos jubilosos
ya no lleguen hasta mí;
que sea otra, esta vez
la que enjugue tus delirios.

Y no hay absolutamente nada
que me haga más infeliz.

No hay comentarios:

Publicar un comentario