Me canso de estar aquí
en esta ciudad sucia de lunes
de vidrios empañados en soledad
y rutina.
Ya no soy nadie, sólo yo.
Permanezco invadida
por la inmovilidad
y mi cuerpo es rodeado
en ocho dimensiones
por una fría nada
por hilos infinitos.
Busco en las esquinas
algo.
Busco en los ojos
en las luces y vitrinas
una puerta que me ayude
a pensar sin sentir nada.
Porque miro y veo bocas
y enchufes y relojes y paredes.
Vivo, camino
y sólo puedo quebrarme.
Esto es lo más antiguo que conservo en mi memoria.
ResponderEliminarLo escribí en una noche santiaguina en 1984.